domingo, 9 de marzo de 2008

Transición

La ciudad comienza lentamente a transformarse. Pasamos un sólo invierno aca y los 8°C de hoy te hacen decir que hoy hizo calorcito. Hay más gente en la calle. Se asoman los tulipanes en las veredas y en las florerías, se rumorea que quedan sólo 3 semanas de esquí, adelantan el reloj una hora y atardece ya a las 7 de la tarde, se empiezan a escuchar los poco elegantes sonidos de las ojotas golpeando el suelo. ¿Será posible que esté cambiando, que el frío y la lluvia se estén despidiendo? Pregunto aqui y allá de qué trata todo este alboroto. Me dicen que viene la primavera, que el frío se va. Pero la lluvia se queda. Hay que hacerse amigo de la lluvia. No queda otra.

Pasaron días que cambiaron mi percepción de nuetra nueva vida aquí en Vancouver. Mi amigo Francisco nos visitó desde Buenos Aires por unos días, y además de sus bien recibidos regalos de cabernet, alfajores, dulce de leche y tapas de empanada, me obligó a activarme en el deporte de montaña. Luego de 10 años de la última vez que me subí a un snowboard, me lancé el viernes por las pistas de Grouse Mountain intercambiando descensos sostenidos y hasta dignos, con golpes y caídas vergonzosas. La vista de la ciudad desde la montaña es imponente. Parados en la nieve veíamos el mar, las islas, los bosques y la gran ciudad. Cuando baja la luz se enciende la iluminación artificial y la pista comienza a tomar otra forma, se alargan las sombras y comienza a llegar la gente que sale de sus actividades semanales a eso de las 5 de la tarde para aprovechar las 5 horas que aún quedan de esquí, snowboard, patinaje sobre hielo y snowshoeing en este lugar. Una ciudad diferente, una semana laboral diferente.

El olvido de la cámara de fotos y por ende la imposibilidad de documentar mis caídas fue sin dudas un acto instintivo de auto preservación. Tengo una reputación que cuidar.

Ayer viajamos durante una hora y media con Julián y Francisco por el bosque que bordea la parte sudoeste de la ciudad. Julián, guía de lujo y amigo paciente, nos llevó por caminos de película entre árboles altísimos, y olores de vegetación y mar que se turnan en inavdirte los pulmones y el cerebro. La emoción te sostiene unos centimetros por encima del suelo durante todo el recorrido. Adrenalina y velocidad en los descensos, paz y felicidad en el llano, esfuerzo y silencio en los ascensos. Una y otra vez. Árboles, mar, arroyos, tierra, el aire fresco y cristalino, la luz que se filtra entre las copas.
Ya está oscuro el domingo. Preparo mis curriculums para encarar la nueva semana. Silvia estudia desde el lunes pasado. Va sorteando los obstáculos y desafíos con elegancia. Firme, paso a paso avanza. La admiro mucho. Se ríe cuando entro a casa luego de mi trabajo de albañil o de extra. Embarrado y sucio o maquillado y con cuentos de camarín. Quiero que escriba en el blog pero se niega. Lanza evasivas. Ya llegará el día.

Ayer comimos fondue de chocolate = Felicidad.Nos prestaron unos showshoes y esperamos poder usarlos la semana que viene. Aquí Sil los luce con simpatía.

Además la patrona trajo unos vasos largos y de whisky que encontró en la calle. Así estamos.

El departamento está cada vez más lindo, y los días también.Este es el video que filmó un amigo aca en los bosques de Vancouver.Impresionante el oso y lo agresivos que son. veanlo aca.

http://www.youtube.com/watch?v=OCH_PfEFwsI

O.

2 comentarios:

Albanta - Mueble Firmados dijo...

ya veo el toque decorativo de la casa ineludible de silvia. que ganas de estar de visita!

Tomás Insausti dijo...

Cuántos regalos te llevó tu amigo. ¿Te debía algo o el papá tiene un almacén?
Yo también quiero probar los snowshoes... ya desde hace un par de meses.
Sí, ¡Que por favor blogee Silvia!